Antes
de seguir paladeando el vino fornacense, vamos a hacer un alto en nuestro
camino para saborear la historia de la fortificación que nos ha llevado a
visitar estas tierras, en las que los últimos musulmanes resistieron hasta
1609.
El
Castillo de Hornachos, conocido por su forma de barco, se levanta en una gran
roca de la serranía desde la que gobierna el pueblo establecido a sus
pies…desde no se sabe bien cuando. Y es que la fecha de construcción del
recinto no está del todo clara, pero si coinciden los expertos en que la más
probable es el siglo X, con las primeras invasiones árabes, cuyos protagonistas
realizarían la construcción en mampostería. En esta época, Hornachos marcaba el
límite de los reinos musulmanes de Badajoz y Toledo.
La
fortaleza, que se asienta sobre los restos de un antiguo castro de origen
túrdulo, contaba en sus años de esplendor con tres puertas: una a la que se
accedía por un puente levadizo, otra (la principal) defendida por la torre del
homenaje y una puerta accesoria en la parte posterior. En el castillo se podían
admirar los escudos de las casas Cárdenas y Zapatas, comendadores del mismo.
Habitaciones,
caballerizas y estancias de vivienda ocupaban gran parte de la construcción, junto
con una capilla dedicada a Santiago, siendo en este periodo el castillo el que
marcaba el límite de las jurisdicciones de esta Orden Militar en Tierra de
Barros, y de la de Alcántara en La Serena.
Es
1494, cuando el recinto castelar
mantiene su auge, y aunque en 1515 ya se encargan trabajos de mantenimiento que
se darán por terminados en 155o, es en 1575 cuando comienza la decadencia
progresiva del castillo fornacense, ya que los comendadores dejan de habitarlo.
En 1604 existe constancia de que no había entre sus muros morador alguno y los
libros de visita recogen en 1746 que el edificio está “caído, derrotado e
inhabitable”.
Desde
entonces el declive es paulatino, la erosión del paso del tiempo y los efectos
del clima se dejan ver en los materiales usados en su construcción (tábiya,
cal, cantos, mampostería), pero aún resisten en pie los restos de un
emplazamiento fortificado, que desde la Sierra Grande de Hornachos nos da
testimonio de un pasado religioso convulso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario