Retomamos
nuestra narración donde la dejamos: en el coche, una vez finalizada la ruta
senderista hasta el Castillo de Azagala, y mientras nos dirigimos hasta
Alburquerque y más concretamente al restaurante “El Fogón de Santa María”.
Hemos
de precisar que habíamos reservado mesa en este acogedor establecimiento,
contactando previamente con la maitre, Lola, propietaria del mismo junto con su
marido, Pepe, chef de El Fogón de Santa María. La acogida a nuestra llamada fue
excelente, y más si cabe cuando les explicamos que nuestra intención era dar a
conocer los placeres gastronómicos de la comarca.
Habíamos
concertado la cita con ellos en torno a las 14:30 horas, pero el gran interés
que nos suscitó y la gran cantidad de detalles que observamos en la
fortificación de Azagala hizo que nos retrasáramos considerablemente, por lo
que llegamos a las puertas del restaurante pasadas las 15:30, previo aviso.
El
Fogón de Santa María se encuentra en la Calle Santa María nº 1, justo en el
camino de subida al Castillo de Luna de Alburquerque y junto a la Iglesia de
Santa María, aunque también tiene acceso por la Calle Cárcel. De entrada el
restaurante puede parecer pequeño, pero la iluminación, la textura de las pareces,
las bóvedas de los techos junto con los muebles y la decoración, hacen que
rápidamente identifiques que te encuentras en un lugar con encanto, un rincón
con toques hogareños.
Es
cierto que el objetivo de este post es describir los platos que pudimos
degustar durante nuestra estancia en este restaurante, pero el trato al cliente
muchas veces es tanto o más importante que éstos, por lo que sólo cinco minutos
después de sentarnos ya podíamos aventurar que la experiencia iba a ser más que
satisfactoria.
Arenques Majet |
Para
comenzar, y antes de que llegara el primer entrante del menú, refrescamos un poco el cuerpo y la garganta con agua y
un aperitivo de crema de patatera y queso para untar en panecillos, que estaban
deliciosos. Nuestra elección de vino fue un Basangus, de Compañía Vinícola del
Guadiana, que nos comentaron tendría buen maridaje con los platos elegidos (le dedicaremos un post proximamente).
El
tiempo de espera fue breve, por lo que no puede haber queja en ese aspecto, y
el inicio del banquete no pudo ser mejor, ya que degustamos unos magníficos
“Arenques Majet”, en arbequina con patata confitada, cuyo gusto salado casa en
nuestra opinión de maravilla con la manera en la que está cocinada la
patata. Es un entrante al medio, por lo
que es un plato o ración para compartir y así lo hacemos.
Pimientos rellenos de venado |
Una
vez hemos dado cuenta de este primer entrante, Pepe nos trae unos “Pimientos
del Piquillo rellenos de carne de Venado”, que además se acompaña con crema de
aceitunas negras y pimientos del piquillo. Es un plato exquisito, que te lleva
a paladearlo tranquilamente y que deja un regusto muy agradable, por lo que
quedamos con ganas de repetir en cuanto podamos por su excelente sabor. El
Basangus acompaña perfectamente estos platos, y enseguida nuestros anfitriones
nos sirven el plato principal, “Cochinillo Confitado a la Plancha”. Nos corresponde ahora un plato por comensal con cantidad más que suficiente, coincidiendo todos en la valoración.
Cochinillo Confitado a la Plancha |
Aún a riesgo de caer en
la redundancia, no tenemos más salida que calificar este plato como exquisito,
crujiente en su parte superior, con la medida adecuada de tocino, cocinado para
deshacerse en la boca, encontrando en el estrato inferior la carne de
cochinillo a la plancha con el volumen justo para satisfacernos. No
podemos pedir más, la calidad de la cocina de El Fogón de Santa María es
sobresaliente, excelsa, lo que unido a la animada conversación que mantenemos
con los restauradores consigue que nos encontremos como en casa. Pepe y Lola se interesan por nuestro proyecto, del que le damos todos los datos posibles, recomendándonos ellos una visita al cercano Castillo de Piedrabuena, que queda anotado en nuestras agendas.
Tarta de Yema |
La
sobremesa se extiende durante largo rato, en el que tenemos tiempo de degustar,
cortesía de la casa, un chupito de vino de naranja que nos recomienda Pepe,
además de tomar como postre una fabulosa porción de tarta de yema, que endulza
el momento de dar por concluida nuestra visita.
Es
entonces el momento de volver a casa, no sin antes reafirmar nuestro compromiso
de volver a disfrutar de los platos y la compañía de los regentes de “El Fogón
de Santa María”, ya que podemos recomendar este restaurante a todo aquel que
desee complacerse con cocina de alta escuela, pero también asequible para todos
los bolsillos, ya que la carta, tanto de platos como de raciones, ofrece
posibilidades de todo tipo para degustar platos increíbles.
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