El
invierno daba una tregua durante la semana, por lo que decidimos preparar la
segunda expedición de Almenas y Alambiques para el domingo día 10 de febrero,
marcándonos como objetivo un castillo desconocido para la gran mayoría de nosotros,
y del que tuvimos referencias gracias a algunos de nuestros seguidores en
Facebook y Twitter…el Castillo de Azagala.
El
castillo de Azagala se encuentra en el término municipal de la localidad
pacense de Alburquerque, 12 kms. hacia el Este en línea recta desde el
alburquerqueño Castillo de Luna, y cuenta con pasado señorial de la Corona de
Aragón y posterior cesión a la Orden de Alcántara, para en los últimos siglos
convertirse en propiedad privada residencia de nobles y campesinos a su
servicio.
Pero
ya nos detendremos con más calma a hablar de la fortaleza y su historia, ya que
ahora vamos a desgranar cómo fue nuestro viaje y nuestra ruta por los campos de
la comarca Sierra de San Pedro-Los Baldíos, que pese a encontrarnos apenas en
el segundo mes de la estación invernal, presentaba gran riqueza de colores,
aromas y paisajes que el caminante puede disfrutar.
Vista del Embalse de Peña Águila |
Los
componentes de Almenas y Alambiques nos dimos cita en Mérida el domingo 10 de
febrero a las 9:30 de la mañana para desplazarnos en coche hasta Alburquerque, donde hay
que llegar hasta la Plaza de Toros y tomar la carretera local que lleva hasta
el Complejo Rural Los Cantos, a unos 9 kilómetros ,
continuando después hasta la finalización de ésta calzada a orillas del Embalse
de Peña Águila.
La
elección de esta ruta es premeditada, ya que pese a saber de la existencia de
otras con mejor acceso, decidimos añadir a nuestra ruta algunos kilómetros más,
para disfrutar del trayecto y los paisajes de la zona.
Así
pues, comenzamos a caminar, divisando al norte del embalse el castillo de
Azagala, por lo que al no existir camino en la zona en la que estacionamos el
coche emprendemos la marcha bordeando el pantano. En estos primeros metros el
terreno es de fácil pisada, pero poco a poco el número de piedras va
aumentando, comienzan a escarparse las orillas y debemos distanciar un poco
nuestro caminar del agua.
Seguimos
esta caminata durante 5
kilómetros , en los que nos vemos abocados a sortear
algún vallado, hasta que llegamos a una finca privada con varias construcciones
a la que no es posible acceder. Decidimos seguir el cercado de la finca hasta
encontrar un nuevo camino o un lugar en el que se pueda acceder a la misma, ya
que nuestro objetivo está justo en línea recta atravesándola.
Apenas
unos 800 metros
después observamos que tras la alambrada se nos acercan piaras de cerdos que
nos recuerdan los manjares propios de la tierra que pisamos, y es unos pasos
después cuando decidimos cruzar la valla y dirigirnos lo más directamente
posible hacia la fortificación.
Uno de los arroyos que hay que vadear |
El
terreno está húmedo por las lluvias recientes, la jara cubre la mayoría de la
zona y las estribaciones del embalse hace que tengamos que desviarnos varias
veces de esta línea recta imaginaria hacia el castillo para poder vadear
pequeños arroyos y charcas de agua, por lo que el barro comienza a acumularse
en las botas cuando ya llevamos cerca de 9 kilómetros .
Pero
tras uno de estos arroyos y dejando a nuestra izquierda un rebaño de ovejas que
pasta apaciblemente pese al frío matutino, llegamos a un camino amplio, con
firme en buen estado, que nos conduce a una finca en la que encontramos ganado
bovino que impresiona a la vista, pero que no amenaza si no es molestado. Las
puertas de entrada y salida a esta propiedad privada se encuentran cerradas pero
sin candado, ya que el camino es público, y es en este tramo en el que
encontramos las primeras señales de la ruta “oficial” hasta el Castillo de
Azagala.
La dehesa toma ahora protagonismo en el paisaje, en un camino que nos conduce a la
orilla del embalse contraria a la que empezamos nuestro recorrido, y desde el
que ya vemos la majestuosa figura del baluarte. Los carteles de la ruta del
castillo nos guían hasta el inicio de una pendiente bastante pronunciada, en la
que en apenas un kilómetro pasamos de los 245 metros a los 380 de
altura, caminando sobre un terreno plagado de cantos rodados.
Estamos
ya en la fase final del trayecto, llegamos a una pequeña construcción en ruinas
en la que encontramos un coche abandonado, para continuar por nuestro camino
que deja de ser natural para comenzar a ser empedrado, lo que nos indica que
estamos a escasos metros de alcanzar nuestro destino.
El
sendero se torna bucólico, con pequeños giros de herradura, cubierto de
vegetación que desde ambos lados lo estrecha, hasta llegar a una pequeña
explanada, un magnifico mirador desde el que observamos todo el pantano de Peña
Águila y las tierras de Los Baldíos hacía el Sur, y que al girarnos hacia el
norte nos hace toparnos con el arco de entrada al recinto Castelar, el
impresionante Castillo de Azagala.
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