miércoles, 13 de febrero de 2013

DESCUBRIENDO AZAGALA: EL CAMINO


El invierno daba una tregua durante la semana, por lo que decidimos preparar la segunda expedición de Almenas y Alambiques para el domingo día 10 de febrero, marcándonos como objetivo un castillo desconocido para la gran mayoría de nosotros, y del que tuvimos referencias gracias a algunos de nuestros seguidores en Facebook y Twitter…el Castillo de Azagala.

El castillo de Azagala se encuentra en el término municipal de la localidad pacense de Alburquerque, 12 kms. hacia el Este en línea recta desde el alburquerqueño Castillo de Luna, y cuenta con pasado señorial de la Corona de Aragón y posterior cesión a la Orden de Alcántara, para en los últimos siglos convertirse en propiedad privada residencia de nobles y campesinos a su servicio.

Pero ya nos detendremos con más calma a hablar de la fortaleza y su historia, ya que ahora vamos a desgranar cómo fue nuestro viaje y nuestra ruta por los campos de la comarca Sierra de San Pedro-Los Baldíos, que pese a encontrarnos apenas en el segundo mes de la estación invernal, presentaba gran riqueza de colores, aromas y paisajes que el caminante puede disfrutar.

Vista del Embalse de Peña Águila
Los componentes de Almenas y Alambiques nos dimos cita en Mérida el domingo 10 de febrero a las 9:30 de la mañana para desplazarnos en coche hasta Alburquerque, donde hay que llegar hasta la Plaza de Toros y tomar la carretera local que lleva hasta el Complejo Rural Los Cantos, a unos 9 kilómetros, continuando después hasta la finalización de ésta calzada a orillas del Embalse de Peña Águila.

La elección de esta ruta es premeditada, ya que pese a saber de la existencia de otras con mejor acceso, decidimos añadir a nuestra ruta algunos kilómetros más, para disfrutar del trayecto y los paisajes de la zona.

Así pues, comenzamos a caminar, divisando al norte del embalse el castillo de Azagala, por lo que al no existir camino en la zona en la que estacionamos el coche emprendemos la marcha bordeando el pantano. En estos primeros metros el terreno es de fácil pisada, pero poco a poco el número de piedras va aumentando, comienzan a escarparse las orillas y debemos distanciar un poco nuestro caminar del agua.

Seguimos esta caminata durante 5 kilómetros, en los que nos vemos abocados a sortear algún vallado, hasta que llegamos a una finca privada con varias construcciones a la que no es posible acceder. Decidimos seguir el cercado de la finca hasta encontrar un nuevo camino o un lugar en el que se pueda acceder a la misma, ya que nuestro objetivo está justo en línea recta atravesándola.

Apenas unos 800 metros después observamos que tras la alambrada se nos acercan piaras de cerdos que nos recuerdan los manjares propios de la tierra que pisamos, y es unos pasos después cuando decidimos cruzar la valla y dirigirnos lo más directamente posible hacia la fortificación.

Uno de los arroyos que hay que vadear
El terreno está húmedo por las lluvias recientes, la jara cubre la mayoría de la zona y las estribaciones del embalse hace que tengamos que desviarnos varias veces de esta línea recta imaginaria hacia el castillo para poder vadear pequeños arroyos y charcas de agua, por lo que el barro comienza a acumularse en las botas cuando ya llevamos cerca de 9 kilómetros.

Pero tras uno de estos arroyos y dejando a nuestra izquierda un rebaño de ovejas que pasta apaciblemente pese al frío matutino, llegamos a un camino amplio, con firme en buen estado, que nos conduce a una finca en la que encontramos ganado bovino que impresiona a la vista, pero que no amenaza si no es molestado. Las puertas de entrada y salida a esta propiedad privada se encuentran cerradas pero sin candado, ya que el camino es público, y es en este tramo en el que encontramos las primeras señales de la ruta “oficial” hasta el Castillo de Azagala.

La dehesa toma ahora protagonismo en el paisaje, en un camino que nos conduce a la orilla del embalse contraria a la que empezamos nuestro recorrido, y desde el que ya vemos la majestuosa figura del baluarte. Los carteles de la ruta del castillo nos guían hasta el inicio de una pendiente bastante pronunciada, en la que en apenas un kilómetro pasamos de los 245 metros a los 380 de altura, caminando sobre un terreno plagado de cantos rodados.

Estamos ya en la fase final del trayecto, llegamos a una pequeña construcción en ruinas en la que encontramos un coche abandonado, para continuar por nuestro camino que deja de ser natural para comenzar a ser empedrado, lo que nos indica que estamos a escasos metros de alcanzar nuestro destino.

El sendero se torna bucólico, con pequeños giros de herradura, cubierto de vegetación que desde ambos lados lo estrecha, hasta llegar a una pequeña explanada, un magnifico mirador desde el que observamos todo el pantano de Peña Águila y las tierras de Los Baldíos hacía el Sur, y que al girarnos hacia el norte nos hace toparnos con el arco de entrada al recinto Castelar, el impresionante Castillo de Azagala.

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