martes, 16 de abril de 2013

HORNACHOS: PAISAJE Y ORNAMENTOS


Continuamos donde lo dejamos, en el Castillo de Hornachos. Nos adentramos tras sus muros, de adobe y arenisca deteriorados por el paso del tiempo, pero que aún mantienen en pie gran parte del perímetro de la fortificación.

Podemos observar varias torres, aljibes y muros defensivos, paredes que separaban estancias…restos de un edificio que debió ser majestuoso y a la vez bello por su estilo y ornamentación, tan característicos de la mezcla de culturas y su origen mozárabe.



Pero su estado actual no es tan llamativo, por lo que uno de los atractivos de los que más disfrutamos estando entre sus ruinas, es de las impresionantes vistas que ofrece su emplazamiento, con la Sierra de Hornachos, Sierra Grande, a un lado, y el pueblo de Hornachos y las estribaciones de Tierra de Barros al otro.

Son incomparables los colores, tonalidades, vegetación y orografía visibles desde el punto más alto del castillo, pese a que estamos en un día en el que las nubes ganan la batalla al sol.

El clima había hecho que nuestra idea fuera regresar al pueblo por el mismo camino por el que subimos, pero estos impresionantes paisajes hicieron que cambiáramos de opinión para descender por la vertiente opuesta de la sierra, bajando por un estrecho y precioso sendero, rodeado de vegetación, cuyo terreno estaba algo complicado por lo escarpado del mismo y la humedad reinante por las lluvias.



Es una ruta corta pero bonita, ya que son apenas dos kilómetros y media, hasta llegar a un antiguo lavadero en el que en la actualidad encontramos una fuente, en la que comienza una ruta para visitar unas pinturas rupestres cercanas.

Valoramos si hacerlo, pero la lluvia nos lo desaconseja, por lo que damos media vuelta y bajamos hacia las calles de Hornachos por el camino señalizado. La gastronomía fornacense nos espera.

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